Torreon, Coah.
Edición:
22-Abr-2024
Año
21
Número:
901
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RECUPERAR LA DERECHA / 801


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Por:
Sin Censura
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24-10-2021
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

Para muchos que se inclinan por ideas que podríamos llamar izquierdistas el país sería mejor si no hubiera quienes tuviesen ideas derechistas. No estoy de acuerdo. Con todo y la enorme dificultad que hoy implica el pretender definir posiciones políticas de izquierda o de derecha podría decirse que, en términos generales, el izquierdismo pretende generar condiciones de igualdad de oportunidades para todos, independientemente de género, raza o clase social, mientras que la derecha asume que hay un orden social, natural o divinamente establecido, y que este descansa en la desigualdad.

Así pues, la diferencia entre ambas posiciones se irá decantando en la vida pública según se trate de propuestas que tienden a la eliminación de desigualdades o bien, pretendan su permanencia o profundización. Bajo estas premisas lo “justo” adquiere diferentes valoraciones, según se vea con un cristal o con otro. Una aparente ventaja para las posiciones de izquierda descansa en que nuestra Carta Magna, la Constitución de 1917, es producto de un amplio y poderoso movimiento social iniciado, precisamente, contra las condiciones de enorme desigualdad que caracterizaban a nuestro país a principios del siglo anterior. Pese a las innumerables modificaciones que se han hecho al texto constitucional, sigue siendo el referente para hablar de justicia en nuestro país.

Las grandes discusiones en torno a, por ejemplo, el aborto, han sido zanjadas justamente en términos de la constitucionalidad o no de las leyes que penalizaban a quienes recurrían a la suspensión voluntaria del embarazo. Una lectura liberal de lo plasmado en la Constitución permitía lo que una lectura conservadora prohibía. Como quiera, dado que ninguna posición ha logrado la desaparición de la otra, nos encontramos en una circunstancia de necesaria coexistencia entre los diferentes, una convivencia pacífica, aunque la defensa de cada posición sea apasionada.

Lo anterior viene al caso porque, al menos de repente, tanto nuestras izquierdas como nuestras derechas quieren jalar pa’l monte, como dicen en el rancho, entendiendo por monte la parte no institucional de nuestra vida social. Así pasó con los jóvenes que, sobre todo después de 1968, se convencieron de que la vida política, tal como estaba institucionalizada, no servía para canalizar los esfuerzos transformadores de la juventud de entonces, lo que ocasionó que muchos se decidieran a tomar las armas dando vida a los movimientos guerrilleros. Pero igual sucede con los derechistas cuando ven que su idea de país no puede ser expresada o, cuando consideran que no tienen la mínima posibilidad de que esos ideales penetren en las mentes de los ciudadanos mexicanos, esto a pesar de la enorme influencia cultural del catolicismo mexicano. El riesgo con ellos es el terrorismo.

Por eso es de llamar la atención la aparente desesperación del panismo, símbolo tradicional de la derecha partidista institucional, que busca en otros lados, más cargados hacia la derecha, la inspiración que ya no encuentra en su propia biografía o en la historia de nuestro país. Por eso recurrió a Vox, organización de ultraderecha española que a duras penas puede contener sus ansias de actuar al margen de la ley. Lo que no puede contener es su verborrea fascista que se ceba en los migrantes, las mujeres, las minorías sexuales y que sostiene que lo que en México conocemos como conquista española en realidad es, para ellos, los de Vox, un proceso en el que “España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los Aztecas”, ¿así, o más claro?

La derecha mexicana está extraviada. Necesitamos recuperarla para que la institucionalidad electoral en México siga siendo más o menos funcional.

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