Torreon, Coah.
Edición:
15-Abr-2024
Año
21
Número:
900
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MI VERDAD / 764


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Por:
Agente 57
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16-11-2020
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POR: AGENTE 57

Arrancamos… Para Thomas Hobbes, pionero de las teorías contractualistas, “el origen de la vida social fue un pacto concertado entre los hombres para protegerse de las posibles agresiones mutuas. El instinto de conservación hizo que los hombres pactaran entre sí para evitar la destrucción inevitable que los amenazaba. Acordaron renunciar a sus libertades y derechos e instituyeron un poder supremo, de facultades omnímodas, que mantuviese el orden. Así apareció el Estado”. Por supuesto que los individuos no se reunieron jamás en la historia ni en ningún país para firmar este acuerdo. El pacto social lo firmas con el simple hecho de nacer, no es opcional, y es solo una teoría del poder, un orden ficticio, lo único relevante es que el pacto les haga justicia a todos los actores sociales. Es particularmente interesante resaltar que, desde aquellos lejanos tiempos, Hobbes señalaba que la educación es un instrumento del poder y que por tanto debe estar controlada por el Estado; eso es algo que comprendió muy bien el partido de la Revolución, desde sus orígenes con Plutarco Elías Calles hasta su consolidación con Lázaro Cárdenas. Hubo un momento en que el partido-gobierno controlaba el contenido educativo, los libros de texto, gratuitos pero obligatorios, y el adoctrinamiento de los maestros. Fue así como se impuso una identidad y una mitología basada en la conquista. Hobbes sabía que los seres humanos son altamente manejables a través de símbolos y mitologías, que por eso debía construirse una mitología no religiosa que justificara al Estado, y que el poder soberano debía controlar la educación para tener el control sobre las ideas. Esto, que leído hoy se escucha dictatorial, es lo que hacen todos los gobiernos, según sus propias capacidades, al establecer narrativas históricas y mitologías nacionales, sea a través de la religión, de la educación o de la cultura mediática. John Locke se convirtió en otro de los teóricos del pacto o contrato social, pero en su caso, lejos de defender la monarquía absoluta, como hizo Hobbes, fue uno de sus grandes detractores. El poder, según él, sin importar el sistema político en que se ejerciese, debía estar legitimado en el consentimiento de los individuos. Con él se comienza a plantear que el pacto social no es sólo entre los gobernados, sino que hay también un pacto entre el pueblo y el gobierno, donde este último tiene obligaciones que cumplir, principalmente otorgar certezas, salvaguardar la paz y garantizar los derechos individuales: la libertad, la felicidad y la propiedad privada. Dos siglos después, será Marx quien cuestione la propiedad como derecho inalienable, al señalar que el sistema liberal genera todos sus beneficios para una minoría y causa injusticias en la mayoría de la sociedad, expone que la libertad del sistema liberal se garantiza solo para una clase minoritaria y descansa sobre el despojo de las masas, ya que la función real de los gobiernos es proteger los intereses de las clases económicamente dominantes. Eso sucede sin importar quién esté en el poder, pues el poder siempre depende del apoyo de la clase económicamente dominante. MI VERDAD. - UNA UTOPÍA: el individuo, racional y consciente de los demás y de sus derechos, sabe establecer sus propios límites.

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