Torreon, Coah.
Edición:
22-Abr-2024
Año
21
Número:
901
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PETER Y ANDRÉS MANUEL / 733


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Por:
Sin Censura
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22-02-2020
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Edición:

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POR: ABEL ALCALÁ H.

El hombre ha buscado la excelencia desde siempre, al igual que siempre busca la perfección, la excelencia es el querer mejorar nuestras habilidades (facultades) día con día y sobretodo ser personas integras, el ser excelente es lo contrario a ser mediocre.

No tenemos que confundir, el término de excelencia con el de perfección. Ya que son completamente diferentes, perfección se define como "Completa ausencia de error o defecto".  La excelencia es saber construirse sólidamente como persona humana, con piezas de calidad como los buenos principios y los valores.

Para desgracia de la mayoría de los  mexicanos son tres los enemigos que los liberales y neoliberales  nos impusieron como moneda de uso corriente, a saber: la corrupción, la mediocridad (incompetencia) y la demagogia, totalmente contrarias a la excelencia y  a la perfección.

A esos tres vicios se le conoce como la peste social, ya que también invadieron muchas actividades industriales, empresariales, comerciales y de servicios del sector privado.

Donde en definitiva esta peste social hizo nido, echo raíces y sentó sus reales fue y es en el sector público, todas las instituciones, estatales y paraestatales y  los  tres niveles de gobierno son víctimas de la corrupción, mediocridad (incompetencia) y demagogia, salvo muy pocas y honrosas excepciones.

Ante el fenómeno de la globalización llegó el reto a los sectores privado y público de México para reinventarse con la intención de volverse competentes en todas sus actividades, el sector privado obligado por competencia internacional, la necesidad de entregar buenos resultados  a los socios o dueños y satisfacer a los clientes, inició su transformación, no así el sector público.

Se preguntarán por qué el sector público y los gobiernos de los tres niveles  no iniciaron su transformación, la respuesta era sencilla: las instituciones y organismo del sector público no son empresas lucrativas, además que no tienen competencia, por lo tanto siguieron con la inercia de la corrupción, mediocridad (incompetencia) y la demagogia.

En los actuales tiempos vemos con tristeza que en el sector público sigue imperando una camarilla de gente incompetente y como esto se da desde la cabeza, pues los puestos intermedios hasta llegar al más sencillo de los trabajadores se acomodan más incompetentes.

Cuando Laurence J. Peter notó que existía un problema de incompetencia de jefes en organizaciones llegó a la conclusión de la  “universalidad de la incompetencia”: Con el tiempo, vi que todos estos casos tenían una característica común; el empleado (candidatos a cargos públicos)  había sido promovido de una posición de competencia a una posición de  incompetencia. Comprendí que, tarde o temprano, esto podría su cederle a cualquiera empleado (servidor público)  en cualquier jerarquía”.

Ahora cito: El Principio de Peter: En Una Jerarquía, Todo Empleado Tiende A Ascender Hasta Su Nivel De Incompetencia. Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.

Atendiendo a lo anterior establecemos que hay una ejemplificación del Principio de  Peter y Andrés Manuel, ya que tanto en su gobierno como en las dependencias descentralizadas federales la incompetencia ocupacional se halla presente en todas partes.

Ahondando veamos a Miguel Ángel Cornejo que dio su lucha contra la incompetencia: Gente no excelente (mediocridad) denominado peste social; Se caracteriza por: 1.El mediocre nunca se compromete, 2.Los involucrados son mediocres porque no se comprometen. 3.-El mediocre  siempre busca culpables, 4.-.Los mediocres son víctimas de las circunstancias, 5.-.Los mediocres han hecho a dios un mago.

Los triste del asunto es que los todos  mexicanos sin excepción estamos pagando muy cara la peste social que trajeron los liberales y neoliberales. Y el peligro para nuestro sistema democrático es que  su peor enemigo es la ineptitud, la mediocridad, la corrupción y la demagogia de los gobernantes y servidores públicos. Usted lector dice la última palbra.

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