Torreon, Coah.
Edición:
22-Abr-2024
Año
21
Número:
901
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Ahora nos tocó en Coahuila / 728


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Por:
EduardoGranados
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18-01-2020
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Edición:

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POR:EDUARDO GRANADOS PALMA

Analista internacional en Seguridad,

Inteligencia y Defensa.

www.grapesa.com

Entre otras cosas la historia enseña que la violencia es el principio central de la organización social. A penas regreso de viaje y me encuentro con la terrible noticia de lo sucedido en el Colegio Cervantes en Torreón, Coahuila, este estado donde le han dado difusión por tantos años a mis columnas, donde hace un par de años escribí precisamente en este espacio que algo así podía suceder en nuestros colegios, en nuestras calles. Pero no debemos hacer responsable al menor que accionó el armamento. Solamente seguía un patrón de conducta lamentablemente rodeado de un carente entorno de supervisión familiar. Este niño de solo 11 años de edad, de quien ya se ha escrito mucho se inspiró en el tiroteo escolar ocurrido en 1999 en Columbine cuyos perpetradores a su vez se inspiraron en el atentado de Oklahoma en 1990. En aquella ocasión el ataque también involucró una bomba de fuego para distraer al equipo de bomberos (tanques de propano convertidos en explosivos colocados en la cafetería) y 99 artefactos explosivos. Los perpetradores eran los estudiantes de último año Eric Harris y Dylan Klebold quienes asesinaron a 12 estudiantes y a un profesor. Además, lesionaron a otras 24 personas y tres más resultaron heridas al intentar escapar de la escuela. Los tiradores se suicidaron posteriormente. Aunque sus motivos exactos no están claros, los diarios personales de los perpetradores documentan que deseaban que sus acciones rivalizaran con otros incidentes mortales en los Estados Unidos en la década de 1990. Harris también manifestó el deseo de estrellar aviones contra el Empire State o contra las Torres Gemelas, pensamiento que se materializaría unos años más tarde el 11 de septiembre. Aquella ocasión como ahora ocurre aquí, La masacre provocó un debate sobre las leyes de control de armas, las subculturas y el acoso. Derivó en un mayor énfasis en la seguridad de las escuelas con políticas de cero tolerancia, y un pánico moral sobre la cultura de las armas, los marginados sociales (aunque los perpetradores no eran excluidos), y el uso de antidepresivos farmacéuticos por los adolescentes. Un tiroteo escolar puede pasar en cualquier lugar en el mundo donde una persona logre entrar con un arma a un espacio escolar y hay tiroteos escolares notables en todo el mundo, pero en los Estados Unidos es donde se encuentra el índice más alto de ataques intraescolares con armas de fuego, pero también en Latinoamérica han sucedido estas lamentables experiencia, por ejemplo hace menos de un año, en marzo del 2019 en Perú un adolescente de 15 años disparó en el interior de una sede del colegio Trilce en el distrito de Villa el Salvador en Lima, matando a un joven de 16 años y dejando herido a otro estudiante. El arma era una Taurus de 9 milímetros que pertenecía al padre del perpetrador, quien tenía la licencia para portar armas vencida. Según manifestaciones de la familia y defensa del joven, él llevó el arma para presumirla ante sus compañeros y desconocía su funcionamiento, provocando el disparo accidentalmente. También en el mismo mes de marzo del año pasado pero en Brasil dos jóvenes de 17 y 25 años entraron encapuchados a una escuela en Suzano, municipio de Sao Paulo. Se encontraban armados con revólveres calibre 38, cuchillos de caza, hachas, cócteles molotov, bombas caseras y una ballesta. Mataron a 8 personas; 5 estudiantes, 2 funcionarias del colegio y el dueño de un lavado de autos al que intentaron robarle, todos ellos muertos por impacto de bala. Los agresores trataron de entrar a una habitación en la parte trasera de la escuela donde muchos estudiantes estaban escondidos cuando llegó la policía. En lugar de enfrentar a los agentes, se suicidaron. Se desconoce las motivaciones del ataque pero causó enorme impacto y dolor en la sociedad como hoy nos asombra y duele lo ocurrido aquí. Hay muchas acciones preventivas que tomar y políticas públicas que emprender, pero tenemos que estar consientes de que cuando a un joven se le mete algo en la cabeza, siempre consigue su propósito. Lamentablemente estos hechos tarde o temprano van a volver a ocurrir, hoy hay niños y jóvenes pensando en esto... la pregunta es donde.

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