Torreon, Coah.
Edición:
15-Abr-2024
Año
21
Número:
900
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EVO EN MÉXICO... / 723


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Por:
EduardoGranados
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16-11-2019
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Edición:

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POR: EDUARDO GRANADOS PALMA

granadospalma.com

Estudié la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Ibero hace muchos, muchos años. Hace tantos, que la política exterior de México que ahí me enseñaron está sufriendo profundas transformaciones. Y es que la decisión de conceder asilo político a Evo Morales por razones humanitarias supone un punto de inflexión no solo en la política exterior del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sino también en el tablero de América Latina, que ve cómo la gran potencia diplomática de la región, junto a Brasil, da un paso al frente al que, hasta ahora, se había rehusado. El asilo político consiste en brindar asistencia a un personaje que tuvo que huir o fue expulsado de su país debido a problemas enteramente relacionados a la política. Este derecho está regulado por normas internacionales que da responsabilidades tanto al país que acoge al ‘refugiado’ y también a la persona que está solicitando la ayuda. El país, en este caso México, puede no permitir la vuelta del personaje a su país de origen si su vida, seguridad o libertad corren peligro. También es posible brindar esta ayuda fuera del territorio nacional, siendo las embajadas un lugar donde los funcionarios pueden permanecer resguardados y la seguridad depende íntegramente al país que está dando el asilo político. Resulta innegable que Morales doblegó las reglas en su intento de perpetuarse en el poder, incluida la circunvalación, mediante dudosas maniobras legales, de un referéndum que le impedía reelegirse. No obstante, el factor definitivo para la salida del líder boliviano fue la intervención del jefe del Ejército, que “sugirió” su renuncia, lo que resulta de todo punto inaceptable. Cuando se tiene el poder de las armas y los tanques, no caben sugerencias para alterar el orden constitucional de un país. El pasado reciente de América Latina está repleto de episodios similares. Resulta por ello inadmisible que en la segunda década del siglo XXI haya aún ejércitos que se arroguen el poder de quitar y poner presidentes. México reivindica así su tradicional papel de país de acogida de perseguidos políticos por el que destacó el pasado siglo. Y comienza también a desentumecer los músculos de su diplomacia, algo que se le ha reclamado a López Obrador en crisis como las de Venezuela o Nicaragua. El Gobierno de México no titubeó a la hora de garantizar la seguridad del exmandatario boliviano. Y puso en marcha un operativo para sacarlo de su país, pese a los múltiples e inesperados impedimentos de otros Gobiernos democráticos de la región al avión de la Fuerza Aérea Mexicana utilizado en la operación, preocupante signo de que la primacía de antaño se ha deshilachado un tanto. Pero no solo Evo Morales ha solicitado asilo político a México, diversos personajes a lo largo de la historia lo han hecho, algunos de ellos como Rigoberta Menchú, León Trotsky o Héctor José Cámpora han estado a resguardo mexicano. Lo interesante aquí es que Evo no está manteniendo un perfil bajo, y en tan solo unos días ya ha dado fuertes declaraciones que bien pueden afectar las relaciones de nuestro país con nuestros vecinos tanto del norte como del sur. Y si, esto apenas comienza... al tiempo.

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