Torreon, Coah.
Edición:
29-Abr-2024
Año
21
Número:
902
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ANTIHISPANISMO / 710


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Por:
Samuel Cepeda Tovar
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17-08-2019
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Edición:

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POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR

http://enfoqueanalitico.blogspot.com

No tiene nada que ver con el discurso racista que ha usado políticamente el presidente Trump, solo es un funcionario que se atreve a proferir lo que muchos callan, pero sienten. La tragedia de El Paso, Texas, no es atribuible a un discurso ni mucho menos a una secta. Se trata de un sentimiento generalizado estadounidense antihispano que se encuentra enquistado en el seno de la sociedad norteamericana y que quedó demostrado con la victoria presidencial del republicano Donald Trump y que sin duda lo ratificará en un segundo mandato. Fue el politólogo Samuel P. Huntington, quien lo precisó de manera contundente en su libro titulado ¿Quiénes somos? Desafíos de la identidad nacional estadounidense, en donde el intelectual asegura que la identidad nacional del pueblo yanqui está siendo amenazada, tanto exterior como interiormente, en su propio territorio. La amenaza exterior la componen los países islámicos, con sus grupos terroristas que afectan la estabilidad, los intereses y la cultura de Occidente. La amenaza interior la constituye una ola de inmigrantes de origen latinoamericano, principalmente mexicanos, que de una manera silenciosa está influyendo en la sociedad, la cultura y la política de los estadounidenses erosionando con sus prácticas las instituciones norteamericanas. A lo largo de su texto, Huntington realiza varios cuestionamientos, entre los que destacan preguntas tales como: ¿somos multiculturales, biculturales o uniculturales; un mosaico o un crisol?, ¿tenemos alguna identidad significativa como nación que trascienda nuestras identidades subnacionales étnicas, religiosas y raciales? Resulta complicado responder a estas preguntas, y existe en la sociedad hispana un duro cuestionamiento al origen multicultural y migrante de los Estados Unidos, pero eso no está en tela de juicio, los norteamericanos no niegan su pasado, pero defienden lo que son después de su independencia y sienten que sus logros como sociedad se ven amenazados por migrantes mexicanos. Y cómo no tener esa sensación si resulta inconcebible que, en un juego de selecciones entre México y Estados Unidos en suelo estadounidense, la bandera gringa sea abucheada por las asistentes al partido y la bandera mexicana vitoreada por la misma afición. Esa alteración cultural preocupa a los estadounidenses y aviva la llama del odio y el racismo que significa el extremismo del sentimiento antihispano. Resulta absurdo que pensemos siquiera que los estadounidenses de pronto limitarán la venta de armas, pues su economía es principalmente armamentista, además, su derecho a poseer armas para defensa es constitucional en un estado liberal, y aunque se lograra la extradición del autor de la masacre de El Paso, no se minará en absoluto el sentimiento que Huntington plasma en su acertado libro. Este seguirá vivo, latente, hasta que suceda lo que Huntington define como el fortalecimiento de la cultura angloprotestante y el restablecimiento del poder político y económico del grupo étnico con características WASP (Blanca, anglosajona y protestante). Estas medidas ayudarían a fortalecer a la nación estadounidense. Huntington justifica su postura argumentando que no está en contra de la diversidad étnica siempre y cuando no ponga en riesgo la cultura central o medular que define la identidad estadounidense. Podemos colegir, entonces, que la masacre no es un hecho aislado, ni será el último, ni es culpa del lenguaje racista de un presidente. Se trata de un profundo sentimiento cultural que no parece evolucionar hacia mejores escenarios, al menos en el mediano plazo.

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