Torreon, Coah.
Edición:
22-Abr-2024
Año
21
Número:
901
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EL MÉDICO DE LOS POBRES: DOCTOR EUSEBIO HERRADÓN JUZGADO (1909-1997) / 695


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Por:
Sin Censura
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16-03-2019
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Edición:

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* Una breve semblanza como póstumo reconocimiento.

* En los años setenta cobraba tres pesos por la consulta.

* Y cuando le era posible obsequiaba los medicamentos.

* Una placa y una calle de Matamoros perpetúan su memoria.

De andar en circulación, dejaré por prescripción médica, pero mientras se pueda jamás de escribir. Este 21 de marzo se cumplirán 52 años que se publicó mi primer artículo en EL SIGLO Y La Opinión, pieza periodística que me convirtió en biógrafo de don Jun  de la Cruz Borrego, según me lo hizo constar la señorita Columba Vértiz de la Fuente, reportera de la revista Proceso, en un amplio reportaje que publicó en el número 2131 de fecha 3 de septiembre de 2017, bajo el título de Juárez y el guardián del archivo escondido.

Total, aquí estoy, de pie y escribiendo, en esta ocasión con el inestimable apoyo documental de la doctora Luisa Herradón Meza, una de Las hijas del doctor  Eusebio Herradón Juzgado:

“El doctor Eusebio Herradón Juzgado nación en Méntrida, provincia de Toledo, España, el 5 de marzo de 1909. Sus padres Alfonso Herradón y Luisa Juzgado. Solo un hermano, Alfonso, propietario  de un  cfé en  Madrid, ya fallecido. Se titula de médico a la edad de 21 años  en la Universidad de Madrid, formando parte del equipo de trabajo del Dr. Santiago Marañón. Al formar parte de los republicanos socialistas de la época de la monarquía española y posteriormente de la dictadura de Franco, una vez que pierden la lucha  por la república  al enfrentarse a las armas en experimentación de alemanes e italianos, tienen que huir de España porque estaban siendo asesinados  por la guardia civil española. Su padre fue arrestado y asesinado brutalmente  en una de las cárceles del pueblo

Huye hacia Francia  donde queda en un campo de concentración alemán y por su condición de médico fue llevado en muchas ocasiones a atender enfermos lo que ayudó en contadas ocasiones  que le ofrecieran algo de comer, cosa que no todos los atendidos por él realizaban.

En México estaba como presidente don  Lázaro Cárdenas, quien construía hospitales, escuelas y universidades que era lo que necesitaba el país de profesionistas y vio su oportunidad de traerlos de España, a la vez por razones humanitarias. Mi papá llegó en el último barco de nombre Marine Falcón, embarca en Marsella y llega a Nueva York el 6 de marzo de 1947 (un día después de su cumpleaños), su registro de pasajero 9011868762976. A la edad de 37 años  en tránsito por USA  entra a México por Laredo hasta la secretaría en la ciudad de México donde se encontraba de secretario el C. Ignacio Ceballos, quien tenía una hermana  llamada Rebeca Ceballos, quien requería de un médico que atendiera el consultorio de su farmacia en Matamoros, Coahuila, a donde en busca de paz decidió dirigirse.

A los 38 años, en 1949 se casa con la Sra. Rosalía Meza Hernández, humilde joven ávida de estudios y quien voluntariamente tenía tiempo de haberse acercado a la S.S.A. de la misma población para enseñarse a inyectar y poner sueros para sostener a sus hermanos más pequeños. Se conocen en las rancherías  a las cuales Acudían a prestar servicio médico y de enfermería respectivamente y se casan. Es padre de un hijo en Madrid y cuatro hijas en México: María del Pilar, Luisa, María Guadalupe y María de Lourdes.

Si mi padre hubiera sabido que pondrían una placa frente a su casa no lo hubiera permitido, estaba peleado con la ostentación y el materialismo, se la pasaba diciendo “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, nunca hagas un favor esperando algo a cambio y jamás consultes a un paciente  viéndole el bolsillo porque no llegarás al diagnóstico correcto”

Nunca regresó a España, nunca la olvidó. Sus restos descansan en el panteón municipal de Matamoros, Coahuila. Murió el 30 de septiembre de 1997. Él vivió sus sueños, su ideología socialista no la destruyó ni la guerra.  ni el asilo, ni las amenaza  y siempre dijo que no tenía por qué ganar más que un campesino, que no tuvo la oportunidad de estudiar  y por eso cobraba tres pesos de consulta y muchos años después la subió  a cinco.

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