Torreon, Coah.
Edición:
22-Abr-2024
Año
21
Número:
901
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NADIE GANA PARA SIEMPRE / 691


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Por:
Sin Censura
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16-02-2019
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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

En el trabajoso intento por construir un proyecto político transexenal, ese que llaman la Cuarta Transformación, se encuentran obstáculos difíciles de sortear. Desde la trivial, pero neciamente ponzoñosa, participación de Vicente Fox en las redes sociales con comentarios poco inteligentes pero llenos de veneno, hasta las televisoras y periódicos que presentan sus noticias como la expresión de un país sin rumbo, la oposición al lopezobradorismo no ceja en sus intentos de obstruir el ejercicio de un gobierno que va contra el modelo neoliberal que le vio cara de negocio a lo que antes eran obligaciones de un Estado que emergió de una revolución.

Lo mismo la salud que la educación, el apoyo a los campesinos o la protección social a los trabajadores, todo lo que era responsabilidad pública se convirtió en costos que el Estado ya no podía pagar. Todas esas actividades y muchas otras que tenían por objetivo amortiguar las condiciones de explotación de la clase trabajadora se convirtieron, según el diagnóstico del entonces presidente Miguel De la Madrid, en “obesidad del Estado”, una gordura que hacía del aparato estatal una estructura torpe, ineficiente y corrupta. Lo que siguió fue una receta neoliberal, un adelgazamiento estatal que significó el despido de miles de trabajadores que dedicaban su esfuerzo a proveer asistencia técnica a los campesinos. Se terminó el crédito barato y se redujo la disponibilidad de agua para los ejidatarios y pequeños productores, con lo que vivir en el campo se volvió más difícil que emigrar. En lugar de los ejidos florecieron enormes propiedades, gigantescos latifundios que ya no eran ilegales y que, además, se convertían en los beneficiarios de los subsidios que antes se destinaban a ejidatarios y comuneros.

La gran revolución neoliberal (disfrazada de tecnocracia) tomó por asalto el poder estatal desde los años 80 y se consolidó en las siguientes décadas. Y si no ha sido porque Fox fue demasiado torpe, Calderón muy sanguinario y la corrupción de Peña excesiva, ahorita tendríamos un gobierno prianista. Fueron sus propios excesos los que impidieron la continuidad de la involución neoliberal. Pero esos que descubrieron que los bienes públicos son un excelente negocio cuando se subordinan a los intereses privados no están vencidos. Perdieron la batalla electoral, pero siguen tan fuertes y poderosos como siempre.

Además, no parece haber una estrategia común del lado de López Obrador. Un día abre un frente, y al siguiente ya abrió otros dos. Y en varios de esos frentes convierte en enemigos a quienes antes eran sus aliados. Si eso es una estrategia de gobierno parece inversa a la que AMLO siguió cuando era candidato, antes se trataba de sumar y multiplicar y ahora se busca restar y dividir las fuerzas propias.

Sin embargo, el apoyo popular se mantiene. Si López Obrador sigue gobernando tomando como guía el aplausómetro de las encuestas le puede pasar lo qué a Fox, que la gente se canse y le retire su aprobación, aunque esto al principio sea imperceptible. Igual le pasó a Maduro en Venezuela.

Es cierto que ahorita los opositores están desprestigiados y sus esfuerzos desarticulados. Pero no se han rendido ni se van a rendir. Su proyecto es otro y sigue vigente en lo económico, en lo político y, sobre todo en lo cultural. Los coscorrones que han recibido los irrita y los confunde, lo que ha impedido que, hasta ahora, logren construir ese frente golpista al que convoca Fox cotidianamente. Pero eso es a lo que le están apostando. Más nos vale recordar que nadie gana para siempre, así como nadie pierde para siempre.

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